Se escucha la alegría infantil
levantando sus vocecitas
inocentes y angelicales,
¡abrazando aquel árbol!
El viento y su alma
testigos de la alegría infantil
de aquella tarde otoñal,
sonríen a sus voces.
La alegría
de aquel murmullo
ilumina el aire,
despertándolo de su letargo
de la siesta de la tarde.
¡Qué hermosas vocecitas,
inocentes y angelicales
que ya se dejan sentir!
El encanto divino
de sus notas melodiosas
acaricia la tarde,
¡abrazando aquel árbol!