El limonero sonreía
aquella mañana,
a través de la ventana,
entraba su aroma.
Mientras el sol
se mostraba,
ardiente lucía.
Mostrando su vestimenta
con su ramaje verdoso,
el día se abría.
El limonero sonreía
aquella mañana.
¡Qué alegría hermosa
en sus joyas frutales!
Sus limones
danzan al viento
y sonríen en prosa.
El limonero no está triste,
un rayo de sol
en él fulguraba.
Detrás de su risa,
que ya se conoce,
desprendía su aroma,
en un mundo de valses.
Con la extraña delicia,
de sentirle y tocarle
con mis manos,
que no alcanzo
a coger,
tan distantes sus joyas.
¡Ay, como quisiera ser,
limonero, limón!
y conservar tu color,
tu olor y tu perfume.
Una sola alegría,
tu aroma y tu limón.
Pasantes, con palabras
veloces y risas,
te invitan a danzar.
Cada belleza suya
me parece perfecta
y el don de su aroma,
limonero.
El limonero, sonreía
aquella mañana,
su follaje verdoso
parecía aumentado
y brillante.
Me lo dicen
sus hojas verdosas,
que mirar
con los ojos abiertos
su cuerpo todo,
besa y abraza al día.
Su lugar en aquel jardín,
el más bello,
es su sombra también.
Tampoco sabe
que en el aire
de aquel paraíso,
le gozan su aroma,
su cuerpo y su sombra.
De noche, con luna llena,
las estrellas brillan
a través de su ramaje
con sus hojas y frutos.