La señora nieve

En una honda tarde de invierno

la señora nieve iba dejando sus huellas,

con sus nombres en las pisadas

que cada vez desaparecían y volvían

 

¡Buen día señora nieve!

déjame llevarle en mi regazo

sus pompas en un verso

almidonado de esplendor.

 

Tan blanca sin dolor ni calor

se presentaba endulzando el día,

su blanco desnudo y tan limpio

cantaba nostalgia y  alegría.

 

La señora nieve tan acicalada

vacilaba mientras el viento la tocaba,

no perdía su figura tan altiva

y llena de esperanzas.

 

¡Despídase señora nieve!

ya tiene el día arropado con su piel,

y su corazón ya brilla

en el firmamento de la noche.

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