Era una vez un caracol y sus familiares
que paseaban por el bosque encantado,
jugando entretenidamente una pequeña
vacío su vista cayendo sus ojos en ellos.
Les siguió en su paseo un instante
mientras ellos la saludaban,
ella les acarició con su mirada
como un rayo sediento de calor.
La niña juntándolos con algarabía
sacándolos de su marcha
los puso a salvo de las pisadas
mientras sus manos los acariciaban.
Caracol, caracol saca tus cachitos al sol
les decía animadamente,
mientras el eco sonoro de su voz
les daba nombre a cada uno.
Esto no sucede cada día
la quietud y el silencio
prometían este encuentro
entre la niña y los caracoles.