Fue así como salimos
de ese país querido,
con escoltas y obligadas,
con el corazón sangrante,
con cicatrices en el alma
recorriendo el aire
a distintos lugares sin espina.
Aterrizamos sollozando
lejos de patria y gente,
infantes, adultos y ancianos
una nueva vida así comenzamos,
quedando solo un consuelo
que alienta cada corazón,
nacieron nuevas vidas.
Unos siguieron adelante,
otros quedaron en el camino,
dejando aquellos labios
que no pudieron expresar
su despedida.
Para aquellos
que quedaron en el camino,
sin volver a su patria querida,
fue triste la despedida.
Húmeda realidad vivida,
golpeada, azotada y herida
por aquella sangrienta
y ciega mente atrofiada
de odio a ese pueblo querido.
Así llegó la muerte
abrasadora
llevando a inocentes,
dejando cicatrices
a distintos lugares.
Yo aquí, me despido
cantándole
a los ausentes de ayer
que perdieron algo propio
sin saber porqué
su patria y su gente querida.