En un domingo de fiesta paseando bajo la arbolada
cada uno con su mochila llena de misterios,
con el sol de frente nuestros pasos vestían al día
nuestras miradas se cruzaban de vez en cuando
y nuestras sonrisas nos acariciaban nuestros rostros
Era un domingo asoleado de abril
cada uno con el corazón enajenado,
con los árboles que nos daban la bienvenida
nuestra conversación fluía en el aire
y nuestras sonrisas nos iluminaban nuestros pasos.
¡Qué sonrisas tan puras, bellas y alegres!
sin saber como ni cuando
ya llenaban el aire en perfumados versos,
que se esparcían en secretos a la ventura
y nuestras sonrisas adornaban nuestros labios.