La jarrita de té

La jarrita de té   sobre la mesa redonda respiraba  impaciente esperando un sorbo de su exquisitez en unos labios carmesí, para así dejar su marca de un sello en su cubierta dorada. Uno y otro sorbo se multiplicaban encendiendo su aroma a través de la habitación, era lo único que olía en el aire, su perfume seductor . La jarrita de té amiga de los días tenía ya nombre  y apellido, como también su dueña de cada día que precipitada en sus quehaceres no la dejaba descansar. La jarrita ya bebida y vacía solo dormía mientras esos altivos labios en su lecho descansaban. Sucia yacía por la mañana en medio de otras tantas vasijas por lavar. Pero no faltaban unas manos laboriosas que le echaran una limpiadita. ¡Mira jarrita querida! emprende tu camino soñador por las colinas de tus aromas gozando cada paso que das!. Es tu deber saciar los paladares y además adornar el lugar donde te pongan. Hermosa y fina tu mirada que remeces corazones y más corazones que se cruzan entre labios y más labios. Princesa de las mesas  con orgullo ya te muestras, tu simpatía tan radiante y pura está bajo las miradas de ese sol ardiente y amigo que se mueve simétrico haciendo lucir tu color y ardor en tus aromas. La Jarrita de té tiene su lugar y conoce las penas, tristezas y alegrías de múltiples labios que rozan su exquisitez, no le falta compañía. La soledad ya no existe, amistades ya no faltan. En la mantelada mesa redonda sueña ya confiada y segura.

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