Estimado señor misterio,
a la deriva de un camino
dejé una gota del silencio,
que mi corazón dolorido
me pidió con clamor.
Perdone usted esta impertinencia
si le molesto sinrazón,
lo que quiero decirle
a esta hora temprana
no es nada más que un deseo.
Sería un placer
entregarle mi secreto,
que alberga mi sonrisa
en busca de su rostro
que reposa en mis ojos.
Ha llegado el momento
de un encuentro con razón,
en un jardín sin dolor
donde la luz de la verdad
no merece su mudez.