Oda a los cojines

Ya voy soñando cojines
y mis ojos por la noche,
los miran
y se duermen con ellos.

Amo los cojines,
son perfectos
y adquieren su gracia
para todas las ocasiones.

Amo los cojines
por su suavidad
y por su sonrisa acogedora.

Yacen en el sofá,
en los sillones, sillas
o simplemente en los lechos.

¡Qué dicha tener cojines!
Ya voy a escribir
en los cojines,
mi pasado perdido,
ya voy a entregarles
mis lágrimas
y mis penas.

Belleza son todos por igual,
ya yacen
por aquí y por allá.

Mis ojos los ven a diario
y mi corazón les aguarda.

Amo los cojines,
son como rosas abiertas,
volteando luz
y dando perfumes.

Son como el cielo
y sus astros
sonriendo al día.

Son como manos
hechas para acariciar.

Nos apoyamos
en sus ávidas gargantas
y nos entregan
fuego y caricias.

Amo los cojines,
son como luces de colores,
que tiemblan
en las sombras,
estimulando la soledad.

Amo los cojines con locura,
me gustan todos por igual,
no porque sean cómodos,
sino por su gracia
de ser lo que son.

Voy tocándolos siempre,
casa en casa,
cada uno en especial,
algunos olvidados
en un rincón,
esperan ser acariciados.

Amo los cojines,
Pequeños o grandes,
ovalados, redondos
o cuadrados.

Amo sus sombras,
ya que irradian
calor y amor.

Me gusta tocarlos,
me gusta su existencia,
me gusta como bailan
sus colores en la luz.

Ya sean blancos, cremas,
amarillos, rojos,
celestes, azules,
violeta, verdes o granate.

Amo los cojines,
cuando llego,
me reciben
levantando sus violines,
para darme la bienvenida.

Unos replican amor
otras caricias.

Amo los cojines,
me acompañan
en mi soledad
y en mi existencia,
como si hubieran vivido
conmigo siempre.

Ya me hundo
en el abismo
de los cojines,
encima del lecho,
o en el sofá.

Quiero escribir
en los cojines
un poema
para no morirme.

Existen porque existen,
existen en la oscuridad,
en la sombra,
en las tinieblas,
en la penumbra
y en la luz.

Me hacen falta,
les diré
que cuando algún día
ya no exista,
un adiós no les faltará,
y no hay duda
que no se quedarán solos,
porque son poesía, sonrisas
y esperanzas.

Amo los cojines,
de lana, de algodón,
honrados por todos,
hermosos
dignos de ser bordados
con manos tiernas.
Bellos son los cojines,
como rosas brillantes,
como nubes solas
bajo el cielo azul.

Quiero hundirme
entre ellos
y sentir sus caricias.

Amo los cojines,
vestidos con bordados
y rodeados
por ese balsámica
soledad poética.

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