La vecina

Hoy la he visto,

mirándome de reojo

por la puerta  entreabierta.

En vano he gastado el tiempo

y también el encuentro

para sorprenderla.

 

A una hora elemental del día

y más silenciosa que su sombra,

sin música en su alma,

encendió

un saludo sin tono,

vacío y amargo,

desapareciendo así,

presa del silencio claro

y vestida de sombra negra.

 

De noche,

cerradas sus ventanas

para que no la vean,

ni las estrellas ,ni el viento

ni los astros,

todos testigos de su ser.

 

Su riqueza es la sombra sin luz,

sólo su belleza no cambia,

su hermosura

y sus ojos apresurados

cantan a la soledad.

 

La conocí en el vestíbulo,

la conocí de improviso,

la ví y me ha visto,

una sombra parecía.

 

¿Tendrá nombre

como los pronombres,

y apellido

como los adjetivos?

 

Sólo los astros

y el viento lo saben.

Soledad es su compañía,

una sombra,

un sueño y nada más.

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