A veces en la penumbra
de la habitación,
solo una velita alumbra,
un débil y tenue resplandor
la envuelve.
Cuando el día amanece
la velita duerme,
se viste de silencio.
Después de su letargo diario,
la velita despierta,
los grillos cantan
y la noche se levanta.
Ya se oye de fondo
un clamor
de música escogida.
La velita se agrega
para gozar la tarde.
Canta velita canta,
que tu corazón
en llama,
alegría irradia.
Espera velita, espera
ya vienen
los amantes
a encender tu corazón.
En medio de la mesa,
con dos cubiertos
y dos copas de vino.
La velita es la estrella,
en el centro de la mesa.
Su presencia
se traduce en armonía,
su compañía, su sombra
y los amantes.
Con su luz expresiva
su sencillez, su frescura
y su graciosa sonrisa,
llega a complacer deseos.
A desafiar
la soledad de la noche,
adornándola
de luz, cariño y amor.